Una conversación, una experiencia, unas risas espontáneas en un almuerzo… Cualquier experiencia vale para sentirme provocada a escribir y llevármelo al terreno profesional. En este caso, una invitación directa en modo de reto, hace que hoy analice la expresión » le falta un hervor» cuando nos referimos a alguien, a una carencia que detectamos en otros y que también debemos aplicarnos a nosotros mismos en el obligado autoanálisis competencial, en las responsabilidades que asumimos y en la conciencia plena sobre las mismas. Irremediablemente me ha llevado a las competencias blandas o transversales, las llamadas «soft skills» para su análisis, ya que el reto motivacional comenzó con una de ellas, como la «proactividad», cuestionando si podemos aplicarla a esta expresión lingüística.
La riqueza de nuestro lenguaje y el desarrollo de expresiones idiomáticas como la referenciada son un síntoma de la riqueza metafórica llena de connotaciones semánticas que damos a nuestras palabras y expresiones coloquiales. Si vamos directamente al significado original vemos en el mundo culinario el origen de dicha expresión. Cuando a una receta le falta un hervor es porque no está cocida, está cruda y por tanto no dará gusto a las papilas gustativas de los comensales a la mesa.
Analizar la expresión «le falta un hervor» me lleva directamente a su significado en la R.A.E y su uso metafórico que queda bien recogido como «Necesitar mejora, perfeccionamiento o madurez«. También se recoge como falta de capacidad intelectual, pero adquiere un sentido peyorativo que, además, a mi juicio no expresa su significado real. Porque si falta «un hervor» es solo cuestión de tiempo adquirir dicha competencia, falta la experiencia y el punto de ebullición. He encontrado expresiones similares para definirla y creo que la representa bien una expresión inglesa «Wet behind the ears» o «Todavía tiene las orejas mojadas«, cuyo origen está referenciado a que es la última parte en secarse de un animal de pelo recién nacido como un potro o ternero. Es solo cuestión de tiempo que seque.
Por tanto, el tinte peyorativo de la expresión bien usada no debería tenerlo, pues todos hemos nacido «crudos» y es el tiempo, la experiencia, el aprendizaje el que nos lleva a esa mejora constante, perfeccionamiento o madurez que deberíamos llevar hasta el final como algo siempre inacabado. En el caso competencial, tendría que ser una necesidad constante de sentirnos en ebullición, como el «hervor» del adolescente y que la propia RAE recoge entre sus definiciones. «Le falta un hervor» o «Está verde» perfectamente pude aplicarse también a responsabilidades, tareas o proyectos que abordamos y es precisamente en el «hervir» motivacional donde le dotaremos de esa experiencia y madurez requerida.
La reflexión que en realidad me ha provocado escribir sobre esta expresión, es sobre si esas competencias transversales tan necesarias en nuestra realidad laboral son tan fácilmente «desarrollables» o se pueden adquirir con el tiempo, con formación y/o experiencia. Proactividad, educación, responsabilidad, compañerismo, honestidad, compromiso, implicación, motivación, entre otras muchas habilidades blandas, «se traen de casa«, se llevan puestas y es en el autoanálisis y real proceso de introspección donde quizás podamos encontrar nuestras limitaciones y potencialidades en ellas; pero también pasa por las atribuciones causales y «locus de control» que la Ciencia psicológica nos explica en esa irracionalidad o justificación personal. Sin este análisis, sesgado por las atribuciones y dotado siempre de gran subjetividad, difícil iniciar caminos de crecimiento y desarrollo en la formación y experiencia. Porque experiencias todos tenemos en el camino de la vida personal y profesional, pero obtener aprendizaje de todas ellas y provocar cambios, es cuestión de actitud. Y es, en mi opinión, en esa ACTITUD y en esas competencias transversales donde encontramos el impulso, el condicionamiento necesario, la «chispa» que enciende el fuego para comenzar a «hervir» en la experiencia, cocinándonos a fuego lento en el transcurrir de la experiencia de la Vida personal y profesional. Y ello requiere de otra de las grandes competencias transversales necesarias que, como efecto dominó influye y provoca en otras: la Paciencia. Porque adquirir competencias, lograr objetivos diversos a largo plazo, requieren de grandes dosis de cocina lenta. Como en el Arte culinario, cada plato lleva su proceso diferencial: unas veces requiere rapidez y ebullición en tiempo récord; otras recetas, la mayoría, requieren de un largo, atento y laborioso proceso. Hay determinadas competencias que cuando se quieren trabajar a fuego rápido, corren el riesgo de «quemarse» y saber a «chamusquina» como mis ya famosas crêpes de salvado que tanto dan que hablar y reír a mis compañeros a diario y, en definitiva, provocando también esta entrada de hoy.
No puedo terminar la reflexión sin cuestionar o preguntar si estas competencias se trabajan desde nuestro Sistema educativo, el que prepara a los jóvenes al empleo y a su desarrollo y crecimiento vital futuro lleno de fuegos que encender. Porque las competencias transversales se cocinan a fuego lento desde casa, desde el colegio, desde esos niños que todavía tienen las «orejas mojadas».
¡Muchas gracias!
Patricia Tisner Laguna – Psicóloga Organizaciones Formación y Desarrollo
https://www.linkedin.com/in/patriciatisner/
Referencia de Atribuciones y «locus de control» : https://patriciatisner.com/2020/09/26/la-culpa-es-tuya
Deja una respuesta