La culpa es tuya; no, es tuya; ¡vale, tuya!
La Teoría de la Atribución nos ayuda a saber quién tiene la culpa
En estos últimos meses hemos vivido un constante ir de venir de culpas, de dejación de responsabilidades, y de un lo que llamamos coloquialmente “echar balones fuera”, que ya consideramos normales y han dejado de asombrarnos. En realidad, no han llegado a sorprendernos, pues ya desde que fuimos niños, fuimos aprendiendo a interpretar nuestro comportamiento y el de los demás. Quizás para lo que acontece en la vida política tendríamos que acudir a otras explicaciones, más basadas en el Poder y el Interés; y, por tanto solo explique este escrito parte de algunos comportamientos, que no todos en este sentido.
Si el título de este escrito puede ser sugerente y actual, quizás también lo sean experiencias vividas y actuales, como las diferencias individuales que encontramos en la forma de afrontar la situación; desde la aceptación y resignación a la lucha y comportamientos solidarios y puesta en acción; o lo que toda vuestra vida hemos llamado “Tener suerte o buscar tu suerte”; y es que el lenguaje popular se ha llenado de elementos que la Ciencia nos explica con mayor o menor claridad.
Entre las múltiples causas que puede haber, pues para cada caso habría que analizar, traigo aquí una de las Teorías de la Psicología social, y de gran impacto sobre las Teorías motivacionales, que es el de las “Atribuciones causales” de Fritz Heider (1958) psicólogo austriaco, y que desarrolla en su obra “The Psychology of Interpersonal Relations”.
La Teoría de la atribución explica cómo interpretamos nuestro comportamiento y el de los demás, así como las circunstancias que acontencen en nuestra vida.
De una forma simplificada y reduccionista, podemos decir que explicamos nuestra conducta y la de los demás en una de entre dos causas posibles: una causa interna o una causa externa. Las causas internas serían aquellas relacionadas con nuestras capacidades, como inteligencia, capacidad de esfuerzo, autoconocimiento, motivaciones, etc; las causas externas se sitúan fuera del individuo, como la suerte, la situación, otras personas, etc.
Posteriormente, Bernard Weiner (1986), psicólogo estadounidense, desarrolló una serie de dimensiones causales a las teorías de la atribución: locus de control, estabilidad y controlabilidad.
Sin ánimo de desarrollar o explicar estas Teorías que dan para mucho, sí que me gustaría de forma simplificada explicarlo para que lo llevemos a analizar en cada uno de nosotros y de quienes nos rodean.
El locus de control, muy similar al concepto de atribución, correlaciona con el concepto autoestima y en un ejemplo claro se explica en las causas que se atribuyen al éxito o no de un examen: “He suspendido porque he estudiado poco o porque no soy inteligente” sería un locus de control interno. “He suspendido porque lo han puesto difícil” sería un claro ejemplo de locus de control externo. Está muy relacionado con autoestima porque una persona que atribuya sus fracasos a factores internos sufrirá posiblemente su autoestima a la baja; irá al alza si tiene éxitos. Quien atribuya sus fracasos a otros, su autoestima no sufrirá daño, pues no tiene simplemente “no estaba en su mano”.
La estabilidad se refiere a la percepción que tenemos de la estabilidad en el tiempo de la conducta; no es lo mismo atribuir a un examen puntual el fracaso, que a la percepción sobre la dificultad de una carrera por ejemplo. En este caso la motivación de logro descenderá; si la atribución se hace a factores no estables en el tiempo, como por ejemplo un profesor o asignatura puntual, su motivación de logro puede no afectarse en este sentido.
Por último, la controlabilidad, se refiere a la interpretación de si los factores causales dependen de uno mismo (internos) o dependen de otros (externos) y por tanto afecta a la percepción de control que tenemos sobre esa conducta. Por ejemplo, si una persona cree que ha tenido mala suerte o bien que a ese profesor no le gusta, tendría la situación fuera de su control; mientras que si cree que es porque no es lo suficientemente inteligente y por tanto es algo que no puede controlar, su motivación de logro disminuirá. Sin embargo, si es una atribución interna, por ejemplo, a que no ha dedicado esfuerzo, sí está bajo su control en el siguiente examen y la motivación de logro no disminuirá.
Aquellas personas que creen fervientemente en que el destino existe. Pensemos ¿Qué nivel de controlabilidad tienen? ¿Cuáles son sus atribuciones normalmente? ¿Qué podríamos predecir sobre sus motivaciones y sus actos si no depende de ellos cambiarlas? ¿La suerte existe? O la suerte se busca gestionando correctamente los recursos internos y circunstancias externas que nos rodena para llegar al éxito? ¿La suerte se tiene o se busca?
Y es en todas las combinaciones múltiples de las variables anteriores, donde podemos encontrar algunas de las causas explicativas de nuestra motivación y también de nuestra autoestima, y por tanto, de nuestras acciones presentes y futuras.
Vista la Teoría y dentro de ella su simplicidad al mismo tiempo que su gran complejidad por las numerosas combinaciones existentes y las interacciones con otras muchas variables personales y situacionales, llevémoslo a un ejemplo de lo que vemos en nuestros líderes y gobernantes (y perfectamente extrapolable a cualquier equipo de trabajo en el que nos encontremos).
Una primera conclusión es que las atribuciones internas estables y controlables de los éxitos son las más deseables para aumentar autoestima y motivación; estas mismas para los fracasos son negativas. Pero al mismo tiempo todas estas variables afectan directamente a las expectativas (ya hemos hablado mucho sobre ello y la incertidumbre y sus efectos) y las expectativas son futuro y acción o no acción para cambiar las circunstancias.
En otras palabras, si un dirigente que afronta la situación COVID cree que está en su mano afrontar la situación, que tiene las capacidades y el equipo adecuado (interna), que va a tener esos medios y el apoyo en el tiempo que dure la crisis (estable) y que va a poder controlar y dirigir la situación (por ejemplo, que no le destituyan por otro tipo de intereses políticos), será un dirigente que abordará con gran probabilidad la situación con responsabilidad; y veríamos resultados y gestiones eficaces. Eso sí, siempre y cuando esté capacitado para ello, porque no haya nada peor que creer que se sabe cuando no se sabe y encima estar motivado.
Si falla alguno de los elementos, es cuando empezamos a ver “la culpa es tuya; no es tuya…” y mientras tanto, los espectadores, que también hacemos atribuciones sobre el comportamiento de los demás, vamos creando expectativas de futuro cada vez más inciertas, minando la palabra clave del camino al logro, como es la CONFIANZA; mientras, los dirigentes se atribuyen externamente , por alguna o todas de las causas antes señaladas, echando balones fuera y culpando de todo lo que pasa al “bicho incontrolable”, o a conductas de hace 20 años o más, mientras nadie asume la responsabilidad con capacidad, esfuerzo, medios, control y estabilidad.
Y, como somos humanos, en nuestras interpretaciones de esa realidad, sesgamos la interpretación de esos acontecimientos, y cada uno según sus sesgos, que los tenemos. Y aparecen los errores fundamentales de atribución influidos por los sesgos cognitivos como las creencias previas que cada uno tenemos; y cómo vamos a intentar evitar las disonancias cognitivas (este concepto ya, para otro post )que pueden darse si esperábamos algo distinto en base a ellas, como por ejemplo puede ser el caso de aferrarse a una ideología y a las personas que las defienden. Porque las atribuciones y la obediencia que haremos a la conducta de una persona afín a mis creencias, será diferente a una que no lo sea… Y allí puede darse en el primer caso atribuciones que lleven a la obediencia ciega y a la justificación de lo injustificable, porque simplemente, se les crea una disonancia cognitiva de lo que esperan de sus representantes ideológicos, de sus ídolos o referentes. Y esto , bueno, todo, quizás más que nunca, hoy veamos de forma tan nítida como sociedad y realidad aplicable de la Psicología Social.
Referencias
Heider, F. (1958) The Psychology of Interpersonal Relations
Weiner, B. (1986). An Attributional Theory of Motivation and Emotion. New York: Springer-Verlag.
Patricia Tisner Laguna – Psicóloga de las Organizaciones y desarrollo de Talento
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