Hoy me disponía a hablar de pasiones, las pasiones que despierta el fútbol como deporte y que es capaz de unir a personas en un delirio común de motivación, valores compartidos y un sentido de pertenencia e identidad que muchas empresas quisieran para sí. Sin embargo, mientras estaba en mi ordenador trabajando unas ideas, de fondo un programa de TVE1 sobre las profesiones sin profesionales y tasas de desempleo me ha empujado a escribir sobre este tema, que es muy cercano a mí, a mi profesión, a lo que veo en el día a día y que requiere de tanta extensión que quizás por eso no lo he abordado hasta ahora. Sin embargo, me permite lanzar unas reflexiones mínimas para seguir en ello y de forma troceada como lo exige.
El fútbol como deporte y fenómeno social es digno de estudio sociológico; excepto algunos países como EEUU entre otros, donde no es el deporte estrella, en cualquier país del mundo iniciar una conversación sobre este deporte normalmente puede garantizar hablar mismos lenguajes. Quizás sea esta universalidad, quizás que sea un deporte que no entiende de clases para practicarlo desde la más tierna infancia pues solo se necesita un balón y unos compañeros que permitan jugarlo. El caso es que es un deporte universalmente practicado pero al mismo tiempo impulsor de las más ávidas pasiones en sus seguidores aunque no sean practicantes. Quizás sean esos «imposibles» que provocan unión y equipo para intentar alcanzarlos.
Buceando en análisis científicos sobre estas pasiones despertadas, he encontrado una investigación realizada por la Universidad de Coimbra (Portugal) por parte de los investigadores Miguel Castelo-Branco, Catalina Duarte y Ricardo Cayolla, demostraron que la pasión por el fútbol es similar al amor romántico, despertando los mismos circuitos cerebrales y encontrando numerosas similitudes entre ambas emociones. La explicación la encontramos en la dopamina, liberada por regiones cerebrales implicadas del córtex frontal y responsable de la sensación de placer y mecanismo de recompensa ante un gol de nuestro equipo o una buena jugada. ¡Qué decir de la dopamina liberada ante ese partido ganado o esa Copa soñada de ese equipo que te identifica.
La investigación, publicada en la SCAN , revista de neurociencia de alto prestigio,sugiere que «la pasión tiende a prevalecer sobre los contenidos más negativos como, por ejemplo, la derrota contra un rival, ya que las experiencias menos deseadas tienden a ser suprimidas de la memoria emocional». Al igual que en el enamoramiento, las hormonas y las emociones tienen mucho que decir y al igual que en el esatdo de enamoramiento, se puede entrar en un estado de desorganización o locura transitoria, de irracionalidad, idealización y fascinación, situando a las personas en un estado de excitación permanente.
Sea como fuere, lo importante de esta investigación es que pone encima de la mesa el valor de la Psicología y la neurociencia en este tipo de comportamientos, que al final valen para todos. Porque de lo que estamos hablando es de pasión y emoción, esos dos grandes estados que mueven montañas y que tanto se valora cuando hablamos de profesiones, de desarrollo personal y social, de crecimiento y de retos. No en vano la Psicología del deporte se centra en grandes temas como la motivación, la autoexigencia, la tolerancia a la frustración, saber perder y también saber ganar, el liderazgo del entrenador que debe llevar a su equipo a la victoria y que ello solo es posible desde allí. Pero además que sean muchos los grupos sociales que se movilicen y vivan la pasión por su equipo de referencia, trasciende el trabajo a lo social hacia lo cultural, de identidad y de pertenencia de lo que es difícil desprenderse.
Estamos hablando de pasiones y de valores cuando estamos hablando de deporte, pero también lo estamos haciendo cuando hablamos de esas profesiones que no se cubren, que no atraen, que se han desvirtualizado o que simplemente no se conocen. No es nuevo lo que escuchaba en este programa de TV, cuando oía decir que tenemos un grave problema social e incluso de desarrollo económico cuando no se cubren muchas profesiones como transportistas, informáticos, pescadores, constructores, comerciales… Muchas son las profesiones que no atraen ni levantan pasiones, bien por la dureza de las mismas, bien por una crisis de valores fundamentales, bien por la remuneración, por el estrés que generan o muchas veces por desconocimiento de sus posibilidades. Para mí allí está la diferencia entre quien ocupa solo un puesto de trabajo o quien es un profesional de ese trabajo. Para mí, sí que hay personas imprescindibles, aunque digamos que nadie lo es; los imprescindibles son esas personas que ponen pasión y emoción en lo que hacen y que los convierte en profesionales y son capaces a su vez de movilizar a otros a encontrar sus pasiones.
Sea como fuere, indagar y trabajar sobre las causas y hacerlo desde todos los frentes, desde la Administración y desde las empresas, se hace necesario para dar respuesta a una sociedad apasionada y enamorada en aquello que le da ilusión y victoria, identidad y pertenencia. Para pensar… ¿Qué se está haciendo para que las personas se desvinculen, se desenamoren y pierdan sentido de identidad y pertenencia con la desmotivación inherente a ello? Atraer talento, profesionales y, lo más importante, mantenerlos, pasa por tener en cuenta lo que la neurociencia nos dice, no lo que creemos que nos dice. Es una cuestión de valores, motivación individual y de cultura, es un tema de Psicología individual pero también social y solo desde allí se empezará la «casa por el tejado» desde mi opinión. Los que vivimos apasionados con lo que hacemos, sabemos de esto y de ese enamoramiento permanente al que estamos atados en nuestra irracionalidad, pero al mismo tiempo situados en un mecanismo de recompensa permanente gracias a la dopamina. Porque muchas veces, y teniendo en cuenta la individualidad , la persona única pero al mismo tiempo social, tener en cuenta sus valores para atraerla y motivarla es fundamental, pero en otras, será cuestión de tenerlos en cuenta para evitar la desmotivación y la fuga, gran problema hoy en día en nuestras empresas de los más valorados, los «hinchas» imprescindibles que llevan la pasión a lo colectivo. Analizarlo también desde una situación de «adormecimiento» social, incertidumbre al futuro, un análisis postpandémico y una crisis sin precedentes recientes, también sea necesario para exigir a nuestros gobernantes liderazgo hacia la victoria final, imposible sin tener en cuenta la realidad y al «equipo». El desarrollo y crecimiento de nuestra sociedad, de nuestras empresas y de nuestras personas pasa por las necesidades cubiertas, la transparencia y las motivaciones que despierten pasiones, implicación, sentido de pertenencia e identidad y ello solo se consigue desde la unión de los jugadores y los seguidores, espectadores que en este caso no lo somos, pues estamos jugando «el partido».
«Uno de los mayores errores que se cometen es provocar un entusiasmo forzado. Uno no elige sus pasiones; las pasiones lo eligen a uno» – Jeff Bezos, fundador de Amazon.
Patricia Tisner Laguna – Psicóloga Organizaciones Formación y Desarrollo
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