Cuando la vaca muere la dureza del cuarzo se mide.
Hoy tenemos el placer de compartir en nuestro habitual #encuentrosentreholas con Esther Claver, a una comerciante de Huesca, joyera y gemóloga de profesión, que hoy, hace un año, se vio obligada a cerrar la persiana de su pequeño comercio, en principio por 15 días, decían… Luego, todo lo que llegó… El miedo, la incertidumbre ante el futuro y las ilusiones puestas en cuestión, los pedidos de clientes paralizados y absolutamente toda una vida puesta en una cuerda floja, porque, no nos engañemos, muchos sabíamos que eso no llegaba para 15 días solamente; quizás no pensábamos que fuera para tan largo periodo que el que hemos sufrido, pero, lo ha sido. Y en este periodo, muchos comercios han cerrado definitivamente sus puertas, mientras otros han agonizado en intentos fallidos, a la par que otros han resurgido de las cenizas creando e innovando, buscando estrategias diferentes para lo que ha sido el entorno más convulso e impredecible que la mayoría recordamos.
Cómo se ha vivido por unos y por otros es donde se marca esa diferencia personal, de mochila, de estrategias de afrontamiento. Cuando Isabel Claver, propietaria de la joyería Quarzos de Huesca, persona muy activa en la Junta directiva de la Asociación de comerciantes de Huesca, donde fue presidenta durante un tiempo, me contó en una conversación de estas que tanto hemos tenido durante la pandemia, su proceso, de parálisis en el inicio, miedo durante los primeros meses e innovación como fórmula encontrada en los últimos tiempos; y, no pude dejar de invitarla a nuestro Entre h olas. Mujer valiente, decidida, con una humildad brillante que la hace tan grande en su forma de ser y proceder, nos cuenta hoy en nuestra conversación cómo se pasa de la parálisis a la innovación, del escepticismo a la ilusión renovada.
Sobre el miedo paralizante, invito a leer la entrada de Esther Claver; sobre el proceso de innovación, me he acordado de la anécdota que contó en el anterior entre h olas, nuestro invitado José Antonio Pérez Cebrián sobre el «sabio y la vaca» y que dejo en este post, invitando a la reflexión sobre que nuestros miedos nos protegen, escucharlos es necesario; en ocasiones esquivar las causas para protegernos; en otras, mirarle a los ojos y enfrentarlo. Perder la vaca, muchas veces puede significar ganar, buscar en la mochila de aprendizaje para sacar fuerzas , crear, innovar e ilusionarse hacia otro futuro diferente. Y de algún modo, algo de eso hay en la historia de Isabel Claver que compartimos en el vídeo. En la parte inferior del post, dejo la anécdota.
La Vaca:
Un maestro samurai paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar.
Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de realizar visitas, conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias. Llegando al lugar constató la pobreza del sitio: los habitantes, una pareja y tres hijos, vestidos con ropas sucias, rasgadas y sin calzado; la casa, poco más que un cobertizo de madera…
Se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: “En este lugar donde no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen para sobrevivir? El señor respondió: “amigo mío, nosotros tenemos una vaca que da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo. Así es como vamos sobreviviendo.”
El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, se despidió y se fue. A mitad de camino, se volvió hacia su discípulo y le ordenó: “Busca la vaca, llévala al precipicio que hay allá enfrente y empújala por el barranco.”
El joven, espantado, miró al maestro y le respondió que la vaca era el único medio de subsistencia de aquella familia. El maestro permaneció en silencio y el discípulo cabizbajo fue a cumplir la orden.
Empujó la vaca por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante muchos años.
Un bello día, el joven agobiado por la culpa decidió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar. Quería confesar a la familia lo que había sucedido, pedirles perdón y ayudarlos.
Así lo hizo. A medida que se aproximaba al lugar, veía todo muy bonito, árboles floridos, una bonita casa con un coche en la puerta y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia hubiese tenido que vender el terreno para sobrevivir. Aceleró el paso y fue recibido por un hombre muy simpático.
El joven preguntó por la familia que vivía allí hacia unos cuatro años. El señor le respondió que seguían viviendo allí. Espantado, el joven entró corriendo en la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hacia algunos años con el maestro.
Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaca): “¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?” El señor entusiasmado le respondió: “Nosotros teníamos una vaca que cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así alcanzamos el éxito que puedes ver ahora.”
El joven, espantado, miró al maestro y le respondió que la vaca era el único medio de subsistencia de aquella familia. El maestro permaneció en silencio y el discípulo cabizbajo fue a cumplir la orden.
Empujó la vaca por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante muchos años.
Un bello día, el joven agobiado por la culpa decidió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar. Quería confesar a la familia lo que había sucedido, pedirles perdón y ayudarlos.
Así lo hizo. A medida que se aproximaba al lugar, veía todo muy bonito, árboles floridos, una bonita casa con un coche en la puerta y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia hubiese tenido que vender el terreno para sobrevivir. Aceleró el paso y fue recibido por un hombre muy simpático.
El joven preguntó por la familia que vivía allí hacia unos cuatro años. El señor le respondió que seguían viviendo allí. Espantado, el joven entró corriendo en la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hacia algunos años con el maestro.
Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaca): “¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?” El señor entusiasmado le respondió: “Nosotros teníamos una vaca que cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así alcanzamos el éxito que puedes ver ahora.”
Patricia Tisner Laguna – Psicóloga de las Organizaciones y desarrollo
https://www.linkedin.com/in/patriciatisner/
Canales de youtube Esther Claver Patricia Tisner
Encuentros entre “h” olas es una iniciativa conjunta con la Dra. Esther Claver, en la que ambas intentamos difundir de manera informal, en formato conversación, diversos aspectos de la Psicología, uniendo las perspectivas y aplicaciones desde la Clínica y la Psicología Organizacional. Colaboración, sinergias, equipo y amistad en nuestros encuentros.
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