La gran hazaña sobre el río Hudson

Quería hablar y complementar el concepto y gestión del miedo del que hablamos en nuestro “Encuentro entre h olas” la semana pasada con la Dra. Esther Claver y que tan magníficamente reflejó en su blog. Pensar en el miedo como emoción me llevó a la ponencia a la que fui invitada por el DR. Luis Ferruz para hablar sobre los riesgos reputacionales y operacionales hace unas semanas; por asociación y porque estoy inmersa en formación de RRHH digital, he estado trabajando estas semanas con el talento, su mantenimiento y atracción y la importancia de la reputación de las organizaciones para conseguirlo e incluso he descubierto en esta formación el “tripadvisor” del talento y de la reputación en la famosa plataforma “glassdoor”.

Pensaba hablar de tantos conceptos que no podía abordarlos en una sola entrada, así que siguiendo mis propios consejos iré tratando de desmenuzar en trocitos temas como competencias actuales demandadas, las características de los “Knowmads” como fuente de talento o qué es eso del “Growthmind” que también quería abordar. Porque todo ello, en un continuo de temas a tratar me llevaba inexorablemente al liderazgo como clave principal para empezar, al cambio que se debe afrontar en las personas y cómo el llamado “liderazgo líquido” no es ni será algo deseable, sino un requisito a tener en las empresas supervivientes de esta gran crisis a la que nos enfrentamos y en un contexto tan volátil, incierto, complejo  y ambiguo, o lo que se llaman entornos VUCA.

Y como uno de los efectos del miedo, muy humano y al que se están enfrentando muchos líderes, es el efecto paralizante, vino a mí la experiencia real llevada al cine del comandante Chesley Sullenberger, más conocido como “Sully”, piloto de aviación  y que amenizó su avión Airbus 320 sobre el río Hudson en Nueva York, salvando 155 vidas y sin daños personales.

El 15 de enero de 2009, el experimentado piloto de aviación amerizó un Airbus 320 sobre las heladas aguas del río Hudson de Nueva York sin que se registraran daños personales; , una acción que muchos llamaron el milagro del Hudson  y calificado como «el amerizaje más exitoso de la historia de la aeronáutica».

Mientras estoy escribiendo esta entrada estoy viendo la película “Sully; hazaña en el Hudson” que hoy televisan y que narra magistralmente los hechos  y que me ha animado a analizar para tratar el tema. Ese día el Comandante Sully en su heroicidad, puso en juego muchas competencias que podríamos traer a nuestro entorno actual, y, además con una clave importante, el factor “tiempo de reacción”, donde todas las competencias, conocimientos, experiencia, flexibilidad cognitiva, adaptación, empatía, entre otras, fueron clave para el éxito y final feliz de la historia. Como muy bien relató en la vista celebrada para analizar si la decisión fue correcta y que se le puso en cuestión, cuestionó que estaban investigando todas las posibilidades con datos y simulaciones matemáticas,  pero sin el factor principal: EL FACTOR HUMANO; ese que fue la clave para tomar una decisión acertada en unos pocos segundos y en contra de todas las estimaciones matemáticas posibles. Fue el ser humano, esa Persona , quien valoró en unos pocos segundos las variables y tomó decisiones ante la imposibilidad de las variables que se le ofrecían.

Tomo comentarios de la película y del comandante interpretado fabulosamente por el actor Tom Hanks en esos pocos segundos cuando le daban alternativas de aterrizaje:

De las dos alternativas posibles, repite en dos ocasiones: “Es imposible” “No es posible”. Y es ante esa imposibilidad donde las opciones nuevas cobran poder, unió puntos basado en su conocimiento, porque nadie sin esa experiencia podría haber tomado esa decisión e hizo algo nuevo que jamás nadie había hecho antes. Por tanto, competencia clave, el conocimiento y la experiencia, la capacidad de unir puntos de aprendizajes. Como él mismo decía en la vista, “Jamás nadie se entrenó para hazaña semejante”, del mismo modo que nadie estaba entrenado para enfrentar una pandemia y ver sus negocios o empresas cerrados de un día para otro. Y es aquí donde está la clave del liderazgo para la supervivencia; saber como condición indispensable, la capacidad de crear algo distinto, tener la suficiente flexibilidad cognitiva para pasar de “esto es imposible” a “ver la posibilidad” en un factor tiempo limitado y una toma de decisiones ágil.

¿Dudó nuestro piloto en si su decisión fue la correcta? Sí, así lo hizo, se cuestionó y no paró hasta ver y comprobar que así había sido, por lo que el componente de autocrítica estuvo presente desde el primer momento; la posibilidad de errar estaba presente durante el proceso y lo estuvo después, pero fue a los datos, a la comprobación para asegurar que ese riesgo había merecido la pena.

¿Tuvo miedo? No estaba en su mente, pero apostaría todo a que estaba aterrado, al igual que el resto de la tripulación y pasajeros; pero no solo afrontó el miedo sino que mantuvo la sangre fría para actuar y hacer un aterrizaje magistral y suave sobre las aguas. Por tanto, de nuevo, competencia clave; gestionó el miedo y el estrés de forma adecuada y actuó.

Pero lo que más me ha gustado de la película es ver cómo se aseguró de que nadie quedaba en el avión, cómo se preocupó por cada uno de los pasajeros y las almas que eran su responsabilidad, cómo antepuso el bienestar de los demás al de su persona y cómo reconoce a todos los que le acompañaron en la hazaña como merecedores del triunfo. Y de nuevo allí pone la competencia emocional y de equipo de un buen líder.

Y en su fuero interno, también el miedo a la reputación y su buen hacer. En un momento de la película dice: “He transportado a millones de personas en 40 años, pero me juzgarán por 208 segundos” y de allí su afán en buscar datos para calmar su conciencia de haber hecho lo correcto. Porque, a pesar de que en su fuero interno la decisión era correcta, debía comprobar que así había sido. ¿Qué hubiera pasado si los simuladores hubieran probado que erró en su respuesta? ¿Cómo se le hubiera juzgado?  Hubiéramos encontrado de todo seguramente, pero yo tengo claro que cuando se toman decisiones de forma rápida y con pocos datos y ante la imposibilidad, no paralizarse y actuar es la respuesta.

Como el capitán Sully, así famosamente llamado actuó, creo que es el gran reto al que se enfrentan los líderes de nuestras organizaciones actualmente. En el entorno volátil, impredecible, incierto y sin tiempo de reacción, muchas empresas se verán medidas en la gestión de esta pandemia y sus líderes con ellas.

El liderazgo entendido hasta ahora en el desarrollo de Personas basado en los cuadrantes tradicionales de tarea, equipo, procesos o emocional, marcando al líder como situado en uno u  otro de forma que la atracción del talento se ha basado en ellos para ajustar a perfiles, se está poniendo en cuestión. El liderazgo líquido es ahora más necesario que nunca, es aquel que van a tener que desarrollar para adaptarse a los cambios y el buen líder será aquel que lidere en base al contexto y no tanto a su perfil; es aquel que lleve a objetivos, pero que sea capaz de gestionar emocionalmente a sus personas; aquel que haya sido capaz o sea capaz de salir de su despacho y preguntar a sus personas sobre sus estados emocionales y gestionarlos, aquel que tiene el poder de gestionar y ayudar a tomar decisiones desde la iniciativa y la innovación, aquel que asuma que el error forma parte de las posibilidades; aquel que sea tan flexible en su forma de liderar que pueda gestionar de un modo u otro en función de las circunstancias.

Y como tal líder, tiene que detenerse en analizar dónde está el talento, seleccionarlo y mantenerlo para ayudarle en tan ardua labor de afrontar los grandes procesos de cambio e innovación que le lleven a la supervivencia y al crecimiento. Y he aquí la cuestión; porque esto en papel queda perfecto, estamos inundados a las competencias demandadas tanto técnicas, como personales y digitales necesarias en estos momentos; se busca esto, pero…Si no se es consciente o si no se “es”, ¿cómo detectarlo y más, cómo atraerlo?  El gran reto actual creo que no solo está en atraer o mantener; se trata primero de “ser” y “creer” de verdad en lo importante, desarrollarlo y potenciarlo, dejar el liderazgo estanco para ser líquido, fluir en el contexto e impulsar en él. Y no es fácil, nada fácil, pero, si el capitán Sully fue capaz en 200 segundos, ¿Qué no puedes hacer tú en meses?

No deja de ser metafórico que el capitán Sully amenizara sobre el agua en una demostración clara de su personalidad líquida.

Remito  a la entrada que hice hace unas semanas sobre la gestión del talento por si ayuda en la reflexión https://patriciatisner.wordpress.com/2020/11/15/el-talento-del-pura-sangre/

Como terminaba mi ponencia de Riesgos con una frase, me permito retomarla y complementarla:

«Un barco en el puerto es seguro, pero no es para eso para lo que se construyen las naves. Navegad en el mar y haced cosas nuevas» Grace Murray

«Cualquier persona puede sostener el timón cuando el mar está en calma. Pero lo realmente difícil es saber gestionar una tormenta”. Publio Siro.

Muchas gracias

Patricia Tisner Laguna – Psicóloga de las Organizaciones y desarrollo de Talento

Entrada referencia Gestión del miedo en: https://estherclaver.com/2020/12/07/miedo/