El Poder, ¿Cambia nuestro cerebro? ¿Qué cambios se dan?… Lo uno me ha llevado a lo otro … Y lo otro a su relación con la empatía…

Me sentí provocada a investigar sobre el tema de este post ante la pregunta de Ramón Morata, con quien comparto en grupo de opinión, quien lanzaba hasta qué punto una serie de investigaciones que había leído, y de las cuales dejo enlaces para tenerlos como referencia, eran ciertos o no. ¿Hasta qué punto el Poder puede cambiar el cerebro de una persona? Mi respuesta inmediata y sin investigar, fue que no cambia la estructura del cerebro, que posiblemente sí su funcionamiento en cuanto a los procesos químicos que se dan en el Sistema Nervioso y que tanto tienen que ver en su interacción con la cognición y la emoción. Por tanto, mi mente viajó a post anteriores sobre atribuciones cognitivas y, de inmediato, vino a mi cabeza las investigaciones de Amy Cuddye, de la Universidad de Harvard, en las que demostraba cómo el simple cambio de postura o de sentirnos “poderosos” o “indefensos”, provocan importantes cambios en nuestros niveles de testosterona y cortisol y, por tanto, de nuestros pensamientos y emociones. 

Todas estas conexiones me invitaron a buscar más datos sobre los posibles cambios químicos que podrían darse en personas que acceden al Poder y ver sus relaciones más allá de mi respuesta inmediata o mis conexiones. Y, desde un trabajo colaborativo con mi amiga y compañera de profesión Esther Claver, nos dividimos la compleja tarea de investigar sobre el tema para dar respuestas a estas preguntas. Su entrada, analizando características de Personas con poder, la podemos ver en este enlace:  

Tomando como referencia las investigaciones de partida de la reflexión, coincidí en una primera lectura con las apreciaciones de encontrar un mayor distanciamiento social de las personas que acceden al Poder, (en todos los estratos sociales y ámbitos, desde los políticos, empresas, familia o amigos…) mostrándose en muchos casos inaccesibles al resto de los mortales e, inevitablemente, no se puede olvidar que el Poder no solo uno lo tiene, sino que se le da, llevándome a las Teorías de expectativas y Roles en los grupos. Son tantas las implicaciones, que me voy a permitir centrar en la pregunta y este post en su respuesta desde dos perspectivas: la neuroquímica y la social.

Invito desde aquí a la reflexión de no otorgar todo ese sentimiento, acceso y mantenimiento de Poder  al “poderoso”; cualquier relación social es de dos personas como mínimo y debemos analizar no solo el elemento individual; debemos pensar en las nuevas interacciones que se producen y el efecto perverso que puede tener el feed-back que se empieza a dar a esas personas que ascienden al Poder, dentro de ese rol constantemente reforzado por otros.  De repente, las personas que acceden al poder son atractivas, véase la llamada “Química del Poder”; el simple hecho de estar en su círculo puede implicar tener un mayor sentido de importancia y, por tanto, allí empieza una nueva forma de comunicación bidireccional que se va a encargar de reforzar cualquier comportamiento que la persona de Poder tenga. Los filtros cognitivos, los esquemas previos, empezarán a trabajar más que nunca, justificando en muchos casos hasta comportamientos que anteriormente se hubieran impugnado.

La rueda de la interacción y los refuerzos sociales se ha puesto en marcha y el “poderoso” no solo se siente así, sino que le hacen sentir así: la química de bienestar, de recompensa, empieza a funcionar.

Me detengo un momento en explicarlo para seguir avanzando en las conclusiones encontradas y con el ánimo de dar un argumento a la pregunta de si el “Poder cambia el cerebro”. La química hormonal, como factor epigenético, influye directamente sobre la conducta en cuanto a su efecto sobre plasticidad cerebral. Nuestras hormonas, controladas por el hipotálamo, encargado de nuestra actividad endocrina, actúan sobre sistema nervioso autónomo y de nuestras respuestas conductuales. De entre los diferentes tipos de plasticidad cerebral, hay un tipo que es “la plasticidad dependiente de la experiencia” y que se expresa de forma continua y durante el aprendizaje de toda la vida y que permanece incluso en edades avanzadas. La plasticidad cerebral actúa de forma organizadora y activadora y es en este primero donde podríamos decir que las hormonas ayudan a la organización de esa estructura y los procesos activadores más enfocados a situaciones específicas. Derivados de estos conocimientos que nos da la Ciencia, sí, podríamos decir que al menos las hormonas  activadas en relación con el “Poder” estarán influyendo en el funcionamiento cerebral.

Una breve explicación de los efectos de la hormonas y  la importancia de la dopamina en esas recompensas sociales. Cuando nos sentimos bien,  la dopamina, endorfinas y oxitocina tienen mucho que decir y, como verdaderos adictos a ellas, las personas buscamos de nuevo las situaciones que provoquen su acción, entrando en un círculo retroalimentado de química y comportamiento. El neuroquímico primario implicado en el sistema de recompensa es la dopamina, responsable al mismo tiempo de producir sensaciones de placer y responsable también de los procesos intervinientes en las adicciones y, desde esta perspectiva, tendremos que ver y explicar la persistencia en mantenerse en el Poder de algunas personas que se encuentran en él. El Poder activa el mismo circuito de recompensa en el cerebro que las drogas y crea un “adicto” a él. Eso explica que la mayoría de las personas en posiciones de poder buscarán esa “droga” para mantener esos niveles de placer y, a veces , a toda costa. Por ello, no se puede explicar bajo un único prisma; porque aquí, los valores esenciales y la educación, a mi juicio, tendrán mucho que decir de cómo gestionar ese mantenimiento de Poder por méritos propios o a costa de los demás. Pensemos en el comportamiento de un adicto y sus formas de proceder.

Investigando sobre el tema y  partiendo de la investigación de Sukhvinder Obhi, neurocientífico de la Universidad Wilfrid Laurier de Ontario, y la intervención de las neuronas espejo en el proceso, todas las búsquedas me han llevado a subrayar una cualidad tan importante de la Inteligencia social y emocional, como es la “empatía”.  Y tras leer e investigar sobre ello, llego a la conclusión de que el  Poder correlaciona con  la empatía o pérdida de ella en personas que acceden al poder.

«Lo que estamos encontrando es que el poder disminuye todas las variedades de empatía», dice Dacher Keltner, psicólogo social de la Universidad de California en Berkeley.

 Un estudio llevado a cabo Inzlicht de la Universidad de Ontario, revela algo asombroso, que explican muchos d esos comportamientos que podemos visualizar en nuestro día a día y que nos invita a reflexionar. Los resultados de su investigación demostraron cómo, la empatía, esa que consideramos como respuesta automática, se ve afectada por la motivación de uno para mostrar empatía; es decir, la motivación y la toma de decisiones consciente para aumentar o evitar las situaciones que le provoquen empatía. Y que estas decisiones se explican en términos de recompensas, costes y beneficios, inherentes a mostrarse empático. Sorprendente, ¿Verdad? Ello podría explicar por qué personas que antes eran accesibles, una vez que llegan al Poder se muestran distantes, eligiendo los grupos de interés que le puedan ofrecer esas recompensas y evitando ser empáticos con quienes dejaron atrás. La empatía, motivada como proceso impulsado por la toma de decisiones en base a valores específicos del contexto. Allí es nada… Pero, explica mucho 😉 Y llegados a este punto unas conclusiones y unas reflexiones.

La importancia de lo social, del rol como un sistema cerrado de recompensa que crea un círculo vicioso y que puede ser bien o mal aprovechado en función de otras variables; la necesidad de mantener esos niveles de dopamina como justificaciones de acciones y también de esa “elección” de nuevos actores y entornos sociales y cambios de conductas al respecto en esos distanciamientos; la activación de la evitación de sentir empatía por aquello que se dejó atrás, incluso por valores defendidos… Y también de la importancia del rol que se asume y que las personas reforzamos en la interacción, y, por tanto, nos convertimos en responsables también de ello. E invito desde aquí, a complementar esta lectura con anteriores post que complementan.

Y, como soy optimista y quiero centrarme en lo positivo y en las personas que rompen las reglas, quiero hacer un recordatorio de una entrada que hice en mi blog, recordando mi encuentro de juventud con un Grande, el Dr Sternberg de la Universidad de Yale, una persona con ese “Poder” en el ámbito académico, que elegía de forma consciente ser humilde, ser empático y seguir aprendiendo de sus grupos de referencia anteriores; un ejemplo de cómo utilizar el Poder para construir y enriquecer.

https://patriciatisner.wordpress.com/2020/07/05/la-inteligencia-del-sabio/

Y allí me lleva a la pregunta que hacía en este post de Sternberg…. Y me hace otra… ¿Qué relación hay entre el Poder, su comportamiento, los valores culturales,  la Educación recibida, la Sabiduría y la Inteligencia? Yo lo tengo claro … Y también tengo clara la respuesta; y es que el Poder en sí mismo no es malo si se dirige a construir ; no es lo mismo tener Poder que liderazgo, tener Poder que el éxito, obedecer que respetar. No es lo mismo y en el concepto y su diferenciación encontramos muchas respuestas, incluso de nuestras acciones y pensamientos.

Muchas gracias

MSc. Lic. Alina Wong Carriera,I Dr. C. Miguel Ángel Álvarez GonzálezII Hormones, brain and behavior. Notes on the psychology practice in the field of Endocrinology

Ferguson, AM, Cameron, CD e Inzlicht, M. Revista de Psicología Social Experimental . Efectos motivacionales en las elecciones empáticas

https://blogs.lavanguardia.com/ctrlaltsupr/el-poder-cambia-el-cerebro?fbclid=IwAR0XWtvQq-3vGBilJ4jcVKPAQt4VZOWZaIpFHDytUOQ3_Gmh-uXwts6b4j4

https://www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/el-poder-del-poder-694/nos-transforma-el-poder-14869?fbclid=IwAR0Cbsa5kourBLSzi4UxRV3Gb7noNqdERydbMFBEvDkRY9z91UvaFrhhLzM

Patricia Tisner Laguna – Psicóloga de las Organizaciones y desarrollo de Talento

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