¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo! La felicitación más utilizada en nuestras vidas cuando llegan estas fechas. Felicitación que ha ido evolucionando a mensajes más elaborados y personalizados, esperando ganar mayor contenido a ese primigenio tan dotado de fuerza, deseo y voluntad. Cada mensaje navideño enviado y recibido nos hace pensar cuánto de costumbre o compromiso hay detrás de él y cuánto de deseo y expectativas en el futuro encierran estas palabras. Sea como fuere, estas fechas suponen un momento en el que nos detenemos y son momentos de reflexión sobre nuestras vidas, nuestros deseos y expectativas para nosotros mismos y para otros.
La Real Academia Española define “prosperidad· como el curso favorable de las cosas, buena suerte o éxito en lo que se emprende, sucede u ocurre”. En otras palabras, podríamos decir que la prosperidad consiste en conseguir aquello que queremos y necesitamos en nuestras vidas en el plano material y/o espiritual. Si quitamos de la sentencia el concepto “suerte” como algo externo e incontrolable, y la entendemos como esa confluencia entre la preparación y la oportunidad (como así la definió Séneca), y entendemos el éxito como la satisfacción ante el objetivo cumplido, cuando deseamos prosperidad deseamos capacidad de tomar el control, de decidir, de llevar a acción un deseo u objetivo. La prosperidad implica objetivos alcanzables, expectativas de logro, decisión, acción y el esfuerzo necesario para andar el camino hacia ese crecimiento y desarrollo que el concepto implica.

Deseamos ese estímulo inicial que provoque una llamada a la acción que implica grandes dosis de autoconocimiento en las capacidades propias, que permitan definir objetivos alcanzables; deseamos el esfuerzo necesario que implica el estudio, la preparación y el trabajo a desarrollar en ese camino que debemos emprender para no sólo confluir con la oportunidad, sino crearla, para nosotros mismos de forma individual y para nuestra comunidad.

La motivación humana, movida en las expectativas, y en el esfuerzo que estemos dispuestos a invertir, pasa por la valoración de nuestras propias competencias y las circunstancias externas que las posibilitan o limitan, pero más allá de ello, la interpretación subjetiva que hacemos de ellas y la libertad individual de pensamiento, juicio crítico y acción.
La felicidad, ese intangible que no se encuentra en ningún lado concreto, que ni siquiera es garantía en la consecución de ese objetivo propuesto, la encontraremos en el camino, en la satisfacción que supone la superación progresiva de los retos enfrentados, la consolidación y refuerzo de ese estímulo inicial que puso en marcha la maquinaria.

Así que dotada de tanto contenido nuestra frase hecha, sólo me queda desearos …

¡Feliz Navidad y Próspero Año 2024 repleto de sueños posibles!

¡Muchas gracias!

(En Diario de Huesca)1

Patricia Tisner Laguna – Psicóloga Formación y Desarrollo

https://www.linkedin.com/in/patriciatisner

  1. Publicación realizada en la revista especial de Navidad del Diario de Huesca, diciembre de 2023. ↩︎