«Nada es más fácil para la gente vulgar de inteligencia limitada que suponerse excepcionales y originales y vivir en esta ilusión sin el más leve desengaño…» «… A algunos les basta oír alguna idea ajena o leer una página determinada para convencerse de que lo oído o leído es su propia opinión, espontáneamente brotada de su cerebro… Esta impudicia de la ingenuidad, esta firme confianza del hombre estúpido en sí mismo y en sus talentos…» Fiódor Dostoievski. El Idiota (1869)
Esta cita me ha llevado a escribir sobre este tema que llevo pendiente en mi mente desde hace tiempo. Llevamos un 2024 en el que la IA ha llenado todos los congresos en todos los sectores; las redes sociales, los medios de comunicación y numerosos espacios de debate se han monopolizado hacia un tema que nos trae tanta curiosidad y expectación como miedo e incertidumbre a partes iguales. Y es que lo que no se conoce provoca esto. Nos ha tocado vivir en la era tecnológica, ésa que ha ha venido a facilitar, optimizar y ayudar al ser humano a conseguir una mayor eficiencia, eficacia y reducción del error. Esa tecnología que avanza tan rápido que no da margen a las organizaciones y sus personas a aprender y adaptarse a la velocidad que exige. Y de allí la razón de la cita de Dostoievsky con la que he comenzado este escrito por la reflexión que me provoca y preocupación que me persigue ante un declive progresivo de los últimos años en los niveles culturales y de conocimiento que vemos en los egresados de nuestro sistema educativo.
Yo he sido siempre de las que he abrazado y abrazo la tecnología por las grandes oportunidades que me ha abierto, fundamentalmente de conexiones, aprendizajes y optimización de procesos; es por ello que me posiciono siempre en su uso ante los avances que nos trae. El chat GPT ya está en nuestras vidas y nuestros trabajos y no pocos ya lo utilizamos como fuente para optimizar. Sin embargo, he de decir que me asusta algo que creo que pasa o va a pasar irremediablemente. El uso desde la ignorancia, desde la falta de espíritu crítico, desde la falta de las preguntas correctas. Por el momento el Chat GPT responde con lo que sabe y sólo lo sabe por lo que encuentra y ya está escrito, así que muy inteligente todavía no es, de momento… Y es allí donde se hace necesario más que nunca un sistema educativo robusto, de Conocimiento, de aprendizaje, de conexiones complejas, que permitan cuestionar, crear y preguntar de forma adecuada.
Mantener nuestra inteligencia humana y no convertirnos a nosotros mismos en humanoides pasa por desarrollar nuestras competencias más que nunca, desarrollar nuestro cerebro y prepararnos para manejar la inteligencia artificial de forma correcta; dejar a los humanos a hacer su trabajo y a los humanoides del futuro, el suyo, marcando bien las reglas del juego. La tecnología, para que siga sirviendo al ser humano y no viceversa, tendría que responder a seres humanos inteligentes y críticos con las respuestas que da. ¡Qué miedo me dan algunos escritos que se ven claramente escritos con IA, que ni siquiera han sido validado o cuestionados por ese ser humano que le ha preguntado! Simplemente, lo han creído como cierto y no han cuestionado nada. Invito a retar con preguntas constantes al chat. ¡Es divertido ver cómo termina entrando en bucle! Por el momento…
Para hacer buenas preguntas, hay que tener Conocimiento; para cuestionar las respuestas, hay que tener Conocimiento. Para tener ideas nuevas hay que Conocer primero, para Crear hay que Saber. La creatividad se da cuando hay Conocimiento y la Innovación, también.
Hoy más que nunca se hace necesario un sistema educativo robusto, basado en valores, esfuerzo, Conocimiento, memoria, datos, conexiones y complejidades. Y, lamentablemente, no lo tenemos y se hace necesario un cambio drástico que deben afrontar su relación con la tecnología y con una Inteligencia artificial que no tendrá muchos problemas en superar rápidamente a la inteligencia humana. Sólo hay que preguntar a adolescentes y jóvenes de nuestros entornos preguntas sobre cultura básica de Historia, o Geografía para entrar en estados de alarma a quienes nos preocupa ese espíritu crítico necesario en la relación y avance de esa tecnología y cuya relación con el humano cada día debe ser más humanista.
Y me atrevo desde mi humilde opinión y esa preocupación a dejar algunos temas encima de la mesa:
- Para aprender hay que hacer esfuerzos. El ser humano es la mejor máquina de aprendizaje , está diseñada para aprender, pero hay que querer, esforzarse para ello y plantearse objetivos. Dejar de aprender porque eso lo hace la «máquina» es dejar de gestionar el Conocimiento y ser cada día más dependientes e ignorantes de los algoritmos.
- Para hacer buenas preguntas hay que Conocer. Los que nos hemos dedicado a la Consultoría lo sabemos. No se trata de hacer una lista de preguntas, sino de observar, escuchar y Conocer para hacer la pregunta correcta. Si no sabemos, no hacemos las preguntas correctas ni indagamos en las razones más allá de lo obvio.
- El Conocimiento puede desvanecerse como los libros de las antiguas Bibliotecas en las que sólo bucean los eruditos. Cuanto menos conozcamos, menos nos preguntamos sobre él y menos difundimos el Conocimiento real y científico, siendo más vulnerables a la manipulación. La curiosidad por aprender es la gran asignatura pendiente; pensar que ya lo tenemos todo en la red y que no necesitamos aprender, puede ser el gran error que provoca la gran cascada hacia la mediocridad.
- Para tener pensamiento crítico, hay que Saber y por tanto hay que ejercitar la memoria, esa gran denostada. Nuestro cerebro necesita desarrollar y ya hay algunos estudios científicos que alertan sobre el deterioro cognitivo de no ejercitar adecuadamente la memoria.
- En una sociedad cada día más compleja, con muchas variables multifactoriales, con relaciones complejas e impactos difíciles de prevenir, controlar y medir, más necesidad del Conocimiento humano y de valores humanistas para tomar decisiones.
Hablar de complejidad en una sociedad tecnológica es hablar desde lo humano y el humanismo; es la necesidad de integrar y desarrollar competencias que nos permitan gestionar nuestras realidades cada día más exigentes y cambiantes.
Sólo desde la formación, la Educación de calidad, un sistema robusto de personas con capacidad de pensar , evitará llenar nuestra sociedad de ignorancia, de ineptitud y de ilusión de un falso Conocimiento y control de nuestras vidas y pensamientos. En nuestras manos está y es nuestro deber y obligación recordarnos la importancia de la Educación para poder aprender a pensar.
¡Gracias!
Patricia Tisner Laguna
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